Raúl Arrabales Moreno

Neurociencia Cognitiva, Inteligencia Artificial y Conciencia Artificial

La posibilidad de crear máquinas conscientes

En 30 años tendremos una alternativa a la muerte: ser un fantasma dentro de una máquina.

En un reciente artículo escrito por Christof Koch y Giulio Tononi [1], los autores argumentan que en 30 años podremos cargar nuestra mente en un ordenador. De hecho, ya podemos empezar a crear nuestros «archivos de mente» usando servicios como Lifenaut.

A pesar del optimismo de esta afirmación, Koch y Tononi nos recuerdan que todavía no sabemos bien qué es exactamente la consciencia. Ellos creen que la consciencia llegará a recrearse de forma artificial en un futuro no muy lejano, sin embargo puede que no sea el mismo tipo de consciencia en el que estamos pensando.

La primera suposición que los autores usan como base de su argumentación es que la consciencia se produce en el cerebro como un proceso natural, que está sujeto a las leyes  de la física, la química y la biología. La actividad del complejo talamocortical parece jugar un factor clave en la producción de la consciencia. En cualquier caso, otras funciones o áreas cerebrales (incluso aquellas que caracterizan a los seres humanos) no serían necesarias para la existencia de la consciencia. Incluso la interacción con el entorno no sería necesaria (siempre que ésta se hubiera producido con anterioridad). En otras palabras, podemos tener experiencias conscientes totalmente interiores.

Las máquinas conscientes del futuro no necesitarían tener emociones, ni siquiera atención, ni memoria de trabajo y episódica, auto-reflexión o lenguaje para poder tener experiencia subjetiva (los autores se refieren aquí a la dimensión fenomenológica de la consciencia. También le encuentro a este concepto cierto parecido con lo que Antonio Damasio llama Consciencia Primordial – Core Consciousness). Para Koch y Tononi, la clave de la experiencia interior es la cantidad de información integrada que una máquina (o un organismo biológico) puede generar.

Mientras que el cerebro humano constituye un sistema integrado unitario con gran número de estados, las máquinas actuales no cumplen estas dos propiedades. Según Koch y Tononi, el nivel de consciencia de una entidad depende de cuanta información integrada pueda generar. Una medida específica de la cantidad de información integrada que generar un sistema se puede calcular aplicando la IIT (teoría de la información integrada) y su medida Φ asociada.

Los autores proponen usar la IIT para una prueba de consciencia artificial. Un posible test sería pedir a la máquina que describa una escena de forma discriminativa, extrayendo las características importantes de la imagen (esto es lo que ellos llaman un Test de Turing mejorado). Si la máquina describe la imagen tan bien como lo hace una persona, entonces se consideraría que la máquina es consciente.

[1] Can Machines Be Conscious? Christof Koch and Giulio Tononi. IEEE Spectrum’s Special Report: The Singularity. June 2008.

 

Raúl Arrabales

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